martes, 11 de mayo de 2021

Relato 372

 

                                Televisor

 Cada mañana antes del desayuno Leo mira por la ventana como si fuera un televisor donde dan su programa favorito.

Observa emerger la ciudad poco a poco de las tinieblas como un barco fantasma con sus mástiles y velas ondeando al viento, y encenderse las luces de los camarotes y apagarse las de los dormitorios o lavabos de las casas, el trajinar de las redes en manos marineras y el inconfundible olor a salitre.

Y las farolas tiemblan por el muelle, resuenan voces de pescadores, traqueteo de cajas, chasquidos de botas, humo de cigarrillos a contraluz cargados de humedad, sueltan cabos, se liberan norayes, arrancan los primeros motores, salen barcos a faenar…

Y Leo los ve desde su televisor, sentado en una silla de ruedas, conoce el nombre de cada uno de ellos por el ruido de sus motores, y los ve alejarse como cada mañana y luego se queda ensimismado mientras la ciudad se despierta, atruenan tubos de escape, pasos acelerados, las primeras luces y una incipiente lluvia que moja la pantalla de su ventana y empaña los mismos tejados rojizos y acerados como cubiertas, antenas como aparejos y las chimeneas de niebla.

F.X. 16/3/2021

 

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