Venecia (12)
(ver relato 177)
Así que has puesto una foto de la
señora desconocida en el diario preguntando si alguien conoce a esta mujer.
Bueno, a varios diarios de tiraje nacional, y que de momento nadie te ha
llamado. Ya te llamaran, Albert, ni que esté muerta alguien ha de conocerla ni
que fuera soltera o viuda o yo que sé. Seguro que tendrás noticias pronto. Me
carcome la espera, como a ti. Te prometí hablarte de la fachada de la basílica
de san Marcos, (Angelina sigue ahora en verde, me sorprende lo ordenada que se
ha vuelto) la tienes en primera línea de la postal y allá voy: se llama así
porque alberga obviamente los restos del evangelista. Por lo tanto es católica,
con cinco cúpulas enormes, doradas, de cruz latina (en forma de cruz, para que
no te líes, tonto).(Mira, en esto acierta, cruz latina, cruz griega, vaya
follón, ahora lo tengo más claro) y el león con alas, símbolo de Venecia, preside
y brilla en el frontón de la fachada. Más abajo la composición en cerámica del
Cristo que ves y justo encima de la puerta central de bronce están los cuatro caballos
majestuosos de san Marcos. De pequeña y no tanto me imaginaba montada en la
cuadriga, y galopar a tutto vapore sobrevolando los canales convertida en
amazona astronauta y abrazar el globo chiquitito como una colomba mensajera y
enviarlo a pedir ayuda al universo inteligente, que el de aquí no lo es, pero
como son estatuas no iba a ningún lado. Napoleón porfió por estos caballos,
incluso se los llevó por un tiempo a Francia, son de origen romano, están
quietos, sí, pero han viajado mucho. Los
actuales son copias, de cobre dorado y representan la fuerza estatal. Los
originales están en la galería de la basílica. La fachada es un jaleo de
estilos, espejo de la diversidad de turistas que la contemplan, una mezcla de
románico bizantino y de gótico. Los bajorrelieves de la arquería central
representan las profesiones, y en el portón central están los signos del
zodiaco, los doce, en piedra, en el centro el mío, Bilancia (Balança decís)
además está el Baptisterio y los Tetrarcas en las esquinas como puedes ver.
Dentro (en las fotos pequeñas) destacan el retablo de oro, el tesoro, los
mosaicos del atrio y las cúpulas de la Ascensión y del Pentecostés, revestidas
de mosaicos dorados. Son más bizantinos que el mismo Bizancio. Detrás del altar
mayor se encuentra la Pala de oro, (la foto grande) que es el altar regio, un
magnífico trabajo de orfebrería bizantina y veneciana del X al XIV y es el
retablo más bello que hayas visto nunca, Albert, hecho de esmaltes engastados
en oro y plata adornados con pedrería preciosa, lugar obligado de peregrinación
para todo turista que se precie. Ahora hay un nutrido grupo de franceses visitándolo,
yo no me cuido, se encarga Gia, la guía local. Hoy te escribo desde los
jardines reales, rodeada de árboles que te encantarían como el ciclamor con sus
flores rosas y el avellano con sus amentos en flor, sentada en un banco
anaranjado, frente a la dársena de los vaporetti, (ahí para el 1, que te
comenté un día) corre aire fresco del Adriático, estoy terminando un gelato de
nueces con ron, y se me deshace en la boca por la calor. ¡Qué rico! Me lo como
a lametazos como tu merengue. (A vueltas con lo del merengue. Es cierto que nos
dio mucho juego y fue divertido, pero es algo pasado). Ya sé que no trabajas de
pastelero, mi dulce caramelo, que te has graduado en filosofía y que estás
haciendo oposiciones al instituto no se qué. ¿Cómo te va? Yo, en cambio, sigo
con lo mismo, de guía turística, cansada, cual sirena atrapada en las aguas
venecianas. (Esta postal debe tener unos ocho años, cuando aprobé la oposición
al Berenguer, y es de las últimas. Y aún sigo sin ir a verte, Angelina, sin ir
a Venecia. Todavía). Termino, Besos, Ciao! X X X (continuará)