Huida
Te diste la vuelta, ensoberbecida, sí, y te fuiste azacaneando, a regañadientes y amenazadora con tu tocado de eñe pintarrajeado e intransigente por la añeja acera de la muy derecha, oscilando tu seboso trasero de asalta montes, del que cuelga, siniestra, una oscura cabellera, de estela babosa, láctica, brillante.
Nosotros elegimos vivir en paz la huida definitiva.
Te diste la vuelta, ensoberbecida, sí, y te fuiste azacaneando, a regañadientes y amenazadora con tu tocado de eñe pintarrajeado e intransigente por la añeja acera de la muy derecha, oscilando tu seboso trasero de asalta montes, del que cuelga, siniestra, una oscura cabellera, de estela babosa, láctica, brillante.
Huye, tú, maltratadora de paces, de porras
entre piernas, has de saber que no somos tu capricho ni tu posesión ni tu saco
expiatorio, te has quedado desenmascarada, huye, has perdido nuestro respeto, lo
has perdido todo. No te queremos por indigna, entérate, castigadora, huye avergonzada
por la raja del tiempo, esfúmate, esperpento violento, en el vacío aciago de la
pesada noche.
Imágenes inhumanas y deplorables que quiebran
el caparazón de las estrellas fugaces y tú, tumultuosa y titilante hopalanda, te
escurres como quien suda sangre por la manchada bayeta represora, gota a gota. Huye
a tu refugio carpetovetónico, con tus banderas amigas, lame siglos de agravios,
zurce si lo deseas heridas tatuadas, huye, vociferante, con la barbarie adiestrada.
Nosotros elegimos vivir en paz la huida definitiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario