martes, 3 de octubre de 2017

Relato 184

                                                 Huida

Te diste la vuelta, ensoberbecida, sí, y te fuiste azacaneando, a regañadientes y amenazadora con tu tocado de eñe pintarrajeado e intransigente por la añeja acera de la muy derecha, oscilando tu seboso trasero de asalta montes, del que cuelga, siniestra, una oscura cabellera, de estela babosa, láctica, brillante.
         
           Huye, tú, maltratadora de paces, de porras entre piernas, has de saber que no somos tu capricho ni tu posesión ni tu saco expiatorio, te has quedado desenmascarada, huye, has perdido nuestro respeto, lo has perdido todo. No te queremos por indigna, entérate, castigadora, huye avergonzada por la raja del tiempo, esfúmate, esperpento violento, en el vacío aciago de la pesada noche.
         
         Imágenes inhumanas y deplorables que quiebran el caparazón de las estrellas fugaces y tú, tumultuosa y titilante hopalanda, te escurres como quien suda sangre por la manchada bayeta represora, gota a gota. Huye a tu refugio carpetovetónico, con tus banderas amigas, lame siglos de agravios, zurce si lo deseas heridas tatuadas, huye, vociferante, con la barbarie adiestrada.
       
           Nosotros elegimos vivir en paz la huida definitiva.      

No hay comentarios:

Publicar un comentario