lunes, 29 de enero de 2024

Relato 514

 

                                           El perro mudo

Era (y supongo seguirá siendo, pues le vi ayer al mediodía), era, digo, un hombre de unos sesenta años, alto, delgado, algo desgarbado, con poco pelo y bigote blanco que estaba en la playa junto a su esposa y su perro lanudo. Digo que era su perro porque era él quien le dedicaba el tiempo, jugaba con él, le tiraba una pelotilla al agua con un lanzador rojo y el perro la iba a buscar a gran velocidad, agitando la cola sin ladridos. La mujer permanecía tumbada en una hamaca cerca de su esposo y estaba tomando el sol medio desnuda. Ayer, 28 de enero de 2024, hizo un día muy soleado en la costa tarraconense y todos andábamos con manga corta por el paseo marítimo. Jugaban y jugaban y me llamó la atención que lo hacían en silencio, el hombre enviaba la pelotilla lejos al mar y el perro salía disparado a buscarla para traérsela en seguida a su lado. Así numerosas veces. Con los gestos el hombre y su perro se entendían. Al cabo de un rato el hombre se sentó en otra hamaca junto a su esposa, se quitó la camisa y se puso a leer el periódico. Entonces el perro empezó a jugar solo, en silencio. Enterraba la pelotilla y con grandes zarpazos la descubría, lo mismo con el lanzador rojo que lo enterraba en otro lado y con gran brío lo desenterraba… Así pasó como una media hora.

Al rato el hombre interrumpió la lectura para comentarle algo a su esposa y entonces el perro ladró, un par de ladridos, no era un perro mudo, desenterró rápidamente la pelotilla y volteando la cola se la llevó al dueño…

El hombre permaneció inalterable. Al poco con gesto parsimonioso y en completo silencio se levantó, dejó el periódico en el asiento, tomó la pelotilla, desenterró el lanzador, los lle consigo para dejarlos junto al asiento, tomó el periódico, se sentó en la hamaca y prosiguió la lectura con naturalidad.

El perro mudo que no era mudo dejó de zarandear la cola, dio una par de vueltas sobre sí mismo para acabar sentándose frente a su dueño a quien miraba silencioso con la cabeza apoyada a la arena.


lunes, 22 de enero de 2024

Relato 513

 

                                        Muletas

Las palabras son muletas inútiles cuando el individuo está sano. La verborrea es la mayor y más extendida enfermedad humana, siendo el silencio una medicina escasa. Así que me callo.

lunes, 15 de enero de 2024

Relato 512


                                       Inmortal (8)

Cuando la voz calle y salgas a la calle del presente verás tal vez algo parecido a la inmortalidad.

Y si no es así, vuelve a probarlo.

lunes, 8 de enero de 2024

Relato 511

 

                                       Nemesio 4 (Continuación)

Muy sencillo, no son vacunas, lo publicitan como vacunas para que la sociedad lo acepte de buen grado, incluso con solidaridad, pero son veneno.

¿Veneno?

Los gobiernos del mundo aprobaron las vacunas como medicamento de urgencia contra un supuesto virus aceptando ingredientes secretos.

—¿Eso hicieron?

—Sí y el óxido de grafeno es uno de los tóxicos secretos, el principal.

¿El principal?

Es el elemento que hace de interfaz entre el cuerpo humano y la I.A.

¿I.A.?

—La Inteligencia Artificial (I.A.) es la unidad externa, el ordenador cuántico que recibe y emite toda la información a través del grafeno que es la unidad interna que hace de receptor y emisor dentro del cuerpo humano.

—¿Dices que la biología humana estará conectada a una máquina?

Digo que quieren hacer del cuerpo humano una máquina supeditada a la I.A.

—¿Nos podrán reprogramar cuando el que dirija la I.A. desee, pues?

Exacto y a eso le llaman transhumanismo.

Imposible, el ser humano no va a consentir perder su libertad.

Es lo que intenta la élite. Aún estamos a tiempo de rebelarnos...

lunes, 1 de enero de 2024

Relato 510

 

                                         Segar

—Segui, segui.

—Sego?

—Sí.

—A la cadira?

—Sí, segui, segui.

—Enrampa.

—Segui, segui, no n’ha de fer de res d’això.

L'home no s’asseu. Va pelat al zero, du bata escolar a ratlles verticals i blaves, babutxes, manilles en els canells, mirada perduda. Amb el cap nega, tota l’estona nega.

—Segar.

—Segui, seu, Robert.

—Segar, segar, sempre segar.

—Segui.

—Segur?

—Segui.

Robert es queda dret davant del gran mirall. A l’altra banda una munió de gent el contempla, ell no ho sap, ell no sap res, ell no sap més que segar.

—Seu.

—Segar, segar, sempre segar.

L'alcaid fa un gest amb la mà, mentre es mira el rellotge. Du una gorra blava amb una estrella de cinc puntes al mig.

Els guardians agafen al reu, li dobleguen els genolls, li obliguen a seure, li posen grillons a peus i braços, li treuen les manilles. Robert té convulsions.

—Segar, segar, sempre segar.

Els guardians s'allunyen, l'home queda sol, la il·luminació a la sala decau, el rellotge a la paret ajunta les agulles a les dotze del migdia. El sol cau a plom.

—Segar, segar, segar, sempre segar...