Navidad
—Sorprendente lo que le pasó a mi
sobrina Ariadna...
—Lo que no le suceda a ella...
—Nos lo contó ayer, en Navidad, en la
mesa, en los entrantes...
—Como aperitivo, típico de ella, no
puede contenerse...
—No se puede ser tan guapa...
—Ni presumida...
—Es que hizo de modelo para una firma
famosa...
—Cuerpo e inteligencia, dos en uno, así
es Ariadna...
—Una vez la siguió un perturbado, yo
estaba...
—¿Ah sí? ¿Cuándo?
—Ayer hizo un año...
—El mundo está lleno de locos...
—No tan loco, un tipo peligroso...
—¿Peligroso?
—La esperaba delante de su casa y la
seguía...
—¿Qué dices?
—De cuando en cuando se le acercaba y le
decía si quería irse con él...
—¡Ostras!
—Estaba asustada, le daba miedo salir...
—Figúrate...
—Yo es que me muero...
—Y ella no comentaba nada en casa...
—Pobre chiquilla...
—Es que su padre...
—Yo le doy con el bolso...
—Y yo me pongo a gritar en medio de la
calle...¡Policía, policía!
—!Como mínimo...! Y eso no se puede
denunciar...
—Se supone que sí...
—Andar por la calle no está aún penado,
que yo sepa...
—Pero que te sigan, mosquea...
—Nos lo dijo en los postres, muy atemorizada,
miraba por la ventana...
—Pobre criatura...
—¡Ostras!
—Me asomé...
—¿Le viste?
—Ahí estaba, apoyado en una farola
delante de su casa, esperándola...
—¡Qué sinvergüenza! ¿Cómo era?
—Unos cuarenta años, delgado, piel
morena, con boina.
—¡Qué miedo! ¡Qué te estén esperando...!
—Llevaba semanas...
—¡Ostras!
—Esa noche la acompañamos, era la
Navidad de hace un año.
—¿Y?
—Empezó también a seguirnos...
—A todos vosotros?
—Sí, a todos, como si nada...
—¿Y qué hicisteis?
—Yo me giré ostensiblemente y me lo
quedé mirando...
—¿Y?
—Disimuló, pasó por nuestro lado como si
no nos viera...
—¿Y tú?
—Me encaré, me temblaban las piernas...
—¿Qué le dijiste?
—Que se olvidara de mi sobrina, que
sabía donde vivía e iría a por él...
—¿Y lo sabías?
—Me tiré un farol, ¡qué voy a saber!
—¿Y qué contestó?
—Hizo como si no me entendiera, siguió
andando con pasos lentos...
—¿Y?
—Hubiera ido a por él, pero mi sobrina
me dijo que no lo complicara...
—Mejor, no te ibas a poner a su nivel...
—Hiciste bien, no sabes con qué te
puedes encontrar...
—Al final, acaba recibiendo quien de
buena fe se pone en medio...
—Pensé, mejor actúa con astucia y me
adelanté...
—¿Y si hubiera sacado una navaja?
—No le perdía ojo por el rabillo, eran
las ocho de la tarda, la calle llena...
—¿Y?
—Cuando le rebasé, me giré y le hice una
foto con el móvil...
—¡Qué bueno!
—Se quedó aturdido, no se lo esperaba,
entonces desapareció...
—Lo de la foto fue una buena
ocurrencia...
—Sí, aún me temblaban las piernas...
—No me extraña, a mí me tiemblan
ahora...
—¿Y sirvió de algo?
—Se asustó, dejó de seguirla, no lo vio
más...
—Lo debería encontrar a faltar...
—Al principio sospechaba de todos,
buscaba en cada esquina...
—No se puede ser tan guapa...
—Colgó su foto en Facebook...
—Un buen recurso...¿Le conocían?
—En seguida supo de él, era un
proxeneta...
—¿Qué dices?
—Lo que oís.
—Mosquea.
—Pondría en alerta a la comunidad...
—Hicieron un grupo de seguimiento por
WhatsApp...
—Los jóvenes son muy buenos en
organizarse...
—Subieron muchas fotos... el tipo salía
desde todos los ángulos...
—¿Lo denunciaron?
—Sí, los Mossos le detuvieron por acoso...Le abrieron expediente...
—¿Igual estaba fichado...?
—Reclutaba bellezas para un mafioso de
un bar cercano a casa de Ari...
—¿Qué dices?
—Lo que oyes. El local lo clausuraron
por trata de blancas... Ayer seguía cerrado...
—No se puede ser tan guapa...
—Arma de mujer... Eso abre muchas
puertas...
—También encasilla...
—Tiene más ventajas que
inconvenientes...
—El trabajo le va que ni pintado...
—¿De qué trabaja ahora?
—Montó una boutique de ropa de
hombres... De ropa cara...
—¿Qué dices?
—¿No lo sabías? Pues le va de fábula...
—¿Ah, sí?
—Tiene clientes ricos, rusos y del
Éste...
—¿Ostras!
—Al parecer se dejan cantidad de
pasta...
—Mucho petróleo y mucha mafia...
—¡Y que lo digas!
—Los enamora con sus grandes ojos y su
aire inocente...
—Más de uno le ha hecho propuestas
deshonestas...Ella siempre dice no.
—A los hombres les van este tipo de
mujeres...
—Y si tienen veintiún años, mejor, tú
dirás...
—Veintidós, son veintidós.
—No se puede ser tan guapa...
—Ni presumida...
—Ni inteligente...
—Dejadme que os explique...
—¿El qué?
—Lo que le pasó a Ariadna en la boutique...
ayer me lo contó...
—¡Ah sí!, cuenta, cuenta...