martes, 7 de junio de 2022

Relato 428

 


                                               Cacosmia

Pito está extraña.

―Sí, desde que la operaron de vegetaciones.

―¿Cuándo dice que fue?

―Hace un mes y medio.

―Apesta.

―Es insoportable.

―A ella parece no importarle.

―Yo diría que incluso le gusta oler mal.

―Con lo presumida que era con su sofisticado perfume Aarón tres.

―Y que lo digas… y ahora, ya ves…, presume de pesticida.

―Imposible estar con ella.

―Imposible. Cuando vuelva del baño me iré con alguna excusa. Si vuelve… ya que igual se queda recreándose con los aromas del retrete.

―¡No me dejes sola con ella!

―Si me quedo, creo que voy a vomitar, no lo resistiré.

―¡Con lo contenta que está de la intervención! Dice que ahora respira bien la vida.

―¡Qué vida? ¡La putrefacta será!

―¡La vida de mierda!

No te rías, querida, Pito lo pasó mal: le taladraron el hueso. Anestesia total. Estuvo taponada y con yeso en la nariz unos diez días.

―Ya lo he oído. Sus palabras hedían. Me tapaba la nariz con el foulard cuando lo decía. ¿Se ha notado?

―Un poco, pero ella no. Parece tan feliz. Vive en otro mundo.

―Está enferma. Yo creo que la han grafenado y ha perdido el olfato y… la cabeza.

―Y sus facultades adivinatorias. Se ha convertido en un becerro inútil y fétido. Todo jajajas y jejejes pestíferos e insustanciales.

―La operación le ha cambiado la vida.

―Y a nosotras. No soporto más su hediondez, me resulta repugnante.

―Nuestra Pito es ahora de Pitorreo y ya no de Pitonisa.

―¿Dónde se han quedado nuestras maravillosas tardes adivinatorias?

―Al garete con todo. Vámonos, que pague ella. Que el camarero le diga que nos han llamado con urgencia… del hospital, yo que sé…

O que nos han robado los móviles y perseguimos al ladrón, o un aviso de bomba en la cafetería… lo que quiera.

 ―¡Qué viene!


*Cacosmia: perversión del sentido del olfato que hace agradable los olores repugnantes o fétidos.




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