martes, 20 de noviembre de 2018

Relato 243


                                  Encargada

        ¿A la calle, hija?
        —Sí, de un día para otro. Es desesperante, otra vez sin trabajo.
        —Lo sentimos, hija, te apoyamos en lo que necesites. ¿Qué te dijo la encargada?
        —Que no había superado el periodo de prueba, sin más explicaciones, me dio el finiquito y se quedó tan fresca.  
        —Pero, ¡si fuiste la dependienta líder de ventas del mes pasado de todas las tiendas de Barcelona!
        —Ya, y me lo curré mucho, pero según ella no doy el perfil.
        —No lo entiendo.
        —Ni yo. Un trabajo que me gustaba.
        —Si hasta te quedabas más tarde para completar las ventas.
        —Sí. Luego la encargada cambiaba el tíquet para ponérselo a su nombre, por las comisiones. Aquel día, el que me quedé hasta las nueve, hice una venta de 625 euros y se la adjudicó ella por la cara. Y no te lo pierdas al día siguiente se pavoneaba de la venta con los jefes y las otras dependientas.
        —¿Y tú no le dijiste nada?
        —Que la venta la había hecho yo, y no ella.
        —¿Y?
        —Que yo estaba de prueba y ella mandaba.
        —Pues, vaya joya. Debe tener buenos padrinos.
        —Yo mantuve la calma, ya sabes, padre, el trabajo en esa tienda de Tea Xop me interesaba, y en ningún momento le levanté la voz. Estoy dolida. Superé con un excelente el cursillo de formación de un mes, me lo curré mucho; no hay derecho, padre, no hay derecho...
        —No lo hay, hija, es injusto. Déjame abrazarte. Me entristece que te pase eso, tú vales mucho para la venta. Le preguntaste por qué te echaban.
        —Sí. Varias veces. No concretó, me respondió con evasivas, me he quedado con las ganas de saberlo. Cuando insistí me dijo que había informado a sus jefes que yo no era suficiente líder para sustituirla. Que para ser líder hay que tener mala leche, dice.
        —¡Si tú eres una líder natural, si has llevado un negocio propio!
        —Sí, pero al estar con los dos meses de prueba no quise comentar nada.
        —¿ Y sustituirla?
        —Sí, para cuando esté de baja. Quiere quedar embarazada.
        —¡Qué edad tiene tu encargada?
        —Es una cría, la Claudia tiene unos 28. El mundo es extraño, padre, favorece a los pavones y castiga a los prudentes.
        —Sí, muy extraño. Demasiado. ¿Por qué no pruebas de hablar con sus jefes?, no te quedes con las ganas de saberlo. Aquí yo veo gato muy encerrado.
        —Sí, lo haré, que al menos sepa por qué me ha echado.
        —¡Qué menos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario