martes, 13 de octubre de 2020

Relato 342

                                     Olivia

 

Con cuidado de no despertar a su marido Olivia se levanta de la cama sin encender la luz, se calza a tientas las zapatillas y silenciosa se desliza por el parquet del dormitorio hasta el baño; luego va a la cocina a prepararse un vaso de leche bien fría, la luz de la nevera la sitúa. El plato roto de la discusión de anoche aún está hecho trizas en el suelo, siente el crepitar punzante bajo las finas zapatillas, una sacudida dolorosa electrifica su piel de pies a cabeza.

        En el comedor suenan las cuatro en el reloj de pared. Sigue oscuro. Se sienta en una silla, bebe a sorbos lentos, piensa. Le acompaña el tictac permanente del reloj y de fondo el respirar profundo y arrítmico de su marido. Abre el móvil, se le ilumina el rostro, busca en el correo: “ven, Olivia, déjale, no tienes porque soportar tanto desprecio. Regresa, regresa conmigo.” Oscar la ha encontrado, Oscar ha vuelto a su vida del pasado, de cuando de críos jugaban a médicos en la alcoba de los abuelos, de cuando fueron novios, su primer novio, su primer beso, su primer desengaño.

        Olivia se remueve en el asiento y gime, se refriega los ojos, de repente se ha hecho mayor, ha pasado mucho tiempo, demasiado, apura la leche, va a escribir algo: “Oscar, yo...”, pero apaga el móvil, lo deja en la mesa junto al vaso, y silenciosa regresa al dormitorio, se descalza y se acuesta al lado de su marido sin encender la luz.

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