Vacuna
Orestes
tuvo un sueño extraño, acabó en la UVI.
Especialista
en virus informáticos diseñó en sus laboratorios un antivirus para los
Coronavirus.
La
población se estaba diezmando en Guardilandia y había que actuar con eficacia y
rapidez, antes no se derrumbara el mercado financiero.
A Orestes,
un hombre poderoso y rico, le preocupaba la salud del empobrecido pueblo, ahora
obligado a llevar mascarilla y sumiso.
En el
sueño se veía feliz dominando el mundo desde la montaña de Jerusalén con los
súbditos rendidos a sus divinos pies, rindiéndole pleitesía.
A
regañadientes ideó una vacuna infalible y cara, un antivirus actualizable, su
especialidad. Nobleza ética obliga, pensó en el sueño, es un bien para todos.
La
puso en práctica con sus clientes y amigos importantes de Guardilandia con
acierto e incertidumbre.
El
poder político, judicial y ejecutivo de Guardilandia fue la clase elegida por Orestes
para ser los primeros en intentar salvarse con su vacuna.
A fin
de poder decretarla como obligatoria para el pueblo, los que de verdad mandan debían
probarla y predicar con el ejemplo.
Sin
embargo, como saben, nunca llueve a gusto de todos:
Algunos
malévolos pensaron que la clase dirigente siempre se lleva los privilegios.
Otros,
en cambio, creían que era justo y necesario que los mejores sobrevivieran a la
pandemia vírica, pues tenían que seguir liderando la salvación del mundo.
Orestes
tuvo un sueño extraño, acabó en la UVI, infectado de coronavirus.
Sin
embargo, no teme por su vida, siempre puede despertar de la maravilla.
Aunque
sea a regañadientes.
Y
además está la vacuna.
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