martes, 7 de diciembre de 2021

Relato 402

 

                                  Canción

        —Me gusta venir a recuperar la voz aquí..., ¿sabes?, a este lado de la bahía... sentarme y divisar la isla de Alcatraz... la bahía barriguda... oler a pescado fresco... Me siento bien en Sauzalito... Suelo venir, sí, y ... solo.

        —Hoy no.

        —No, es cierto, hoy no.

        —¿Te molesta?

        —Al contrario, me gusta tu compañía... La soledad... nunca me deja.

        —Es que... te he visto sentado aquí... en el muelle... ensimismado... con la guitarra... y hacía tanto tiempo... que me ha parecido...

        —No ocurre nada. Siéntate aquí, a mi lado... si quieres.

        —¿Aquí?

        —Sí, más allá de la muesca... es mi marca en la roca.

        —Está caliente la piedra.

        —Sí, se mantiene un poco, pero dentro de un rato se enfriará.

        —¿Vienes con frecuencia?

        —Cuando estoy ronco, sí... y... cuando me siento triste.

        —¿Y eso te pasa mucho?

        —Últimamente sí, Zelma... Añoro Georgia, mi hogar.

        —Y yo. Georgia...¡Qué recuerdos! A propósito... ¿Cuántas veces ganaste el concurso de jóvenes talentos en el Douglass Theatre? 

        —Quince veces seguidas. ¡Me prohibieron que me siguiera presentando!

        —¡Eso es también Georgia!

        —Sí, también. ¡Por eso me vine a San Francisco!

        —Me siento bien sentada aquí contigo. Me relaja el borboteo del océano en silencio y las luces de los barcos flotando como pelotas de ping-pong.

        —Es cierto...Este ronroneo del Pacífico me calma y me inspira. ¡Las horas que he pasado contemplando la marea! Parece que nada va a cambiar, pero todo cambia a cada oleaje...  

        —Sí, y a cada respiración... ¿Cómo va el grupo?

        —Mal, no consigo lanzarlo, está estancado, no avanzo con mi carrera.

        Esos brazos míos  (These arms of mine, 1962) fue un bombazo.

        —De eso hace ya un tiempo, Zelma, y ...sí... nos ha ido bastante bien, pero ahora... estoy bloqueado...

        —Seguro que encontrarás el camino, el grupo es bueno y tú tienes una voz rasgada preciosa, aterciopelada, ideal para los ritmos lentos. ¡Me encanta!

        —Eres muy amable, querida, pero... me gustaría cambiar de estilo, no sé, cambiar pacíficamente... como cambia el océano sin moverse del sitio.

        —¿Cambiar de estilo?

        —Sí. No lo sé, todavía. Es un sentimiento... Algo como fundir el Folk con el Soul. Siento que sería más auténtico, más acorde con el fondo de mi mar...

        —Fundir el Folk con el Soul... ¡Um! Podría funcionar... Lo importante es dejarte llevar por el corazón... yo creo... Eres aún muy joven... Triunfarás.

        —Llevo días aquí... ¿sabes?, descansando mi garganta, escurriendo el tiempo... interrogando el océano...He escrito una canción... sentado aquí, en el muelle de la bahía... sobre esta muesca... con ese estilo nuevo... y tengo esperanzas...No sé, podría ser buena... me gusta... ¿La quieres oír, Zelma?

        —Por supuesto, Otis...

 

P.D. Texto libremente adaptado a diálogo y extraído de las páginas 36 y 37 del libro My life with Otis de 1972, escrito por Zelma Atwood, esposa de Otis Redding, muerto en accidente aéreo con su banda el diez de diciembre de 1967, a los 26 años, un mes antes de que publicara su gran éxito Sitting on the dock of the bay, la canción póstuma que le ha hecho inmortal.

 

In memoriam.

No hay comentarios:

Publicar un comentario