lunes, 1 de agosto de 2022

Relato 436


                                             I.A.

La funcionaria parecía humana, pero me equivocaba, carecía de empatía.

Sentada detrás de una mampara que la separaba de mí y protegida con una mascarilla azul que le cubría boca y nariz repetía una y otra vez que no podía llevar a cabo la gestión que le pedía porque estaba fuera del protocolo.

Su madre ha de estar aquí, en este despacho, aunque no tenga que firmar nada, pues lo exige la normativa.

Pero...

No, señor, no basta con que usted me presente su carnet de identidad, ha de estar aquí, presente ante mí.

Pero...

No importa que tenga noventa y seis años y que vaya en silla de ruedas, su madre ha de estar aquí, ante mi presencia, lo exige la ordenanza.

Pero…

Las normas son las normas, señor, venga con su madre y le haré la gestión. Pida antes como ha hecho hoy cita previa, por supuesto.

Pero…

Si no quiere nada más puede irse. Tengo mucho trabajo.

Me levanté y me fui, preguntándome si esa funcionaria rubia oxigenada era un ser humano aún o era ya un robot accionado a distancia por alguna I.A.

Me pregunté retóricamente, claro.


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