lunes, 20 de marzo de 2023

Relato 469

 

                                               Meri

Me fui al bar de Joe después de golpear a David. Llamó gorda a mi mujer, el muy cabrón, se lo tenía merecido. Empezó tonteando como de costumbre que si Meri se había puesto como una bota, que me pondría las botas con sus pechugas, ya sabes, cosa así, tonterías. Le dije, basta, David, no sigas por ahí. Pero no me hizo puto caso, el tío, dale que dale, odio su voz de pica cantero, la odio, me resuena en el cráneo. Como una tinaja bombardera, decía, el muy borde y me miraba con sorna y se reía. Me estaba provocando, ya sabes. Le di varias veces en todo el mentón, no me pude aguantar y seguí en el suelo dándole patadas en los costados hasta que me harté, me quedé a gusto, se lo había ganado a pulso. Es cierto que Meri con la menopausia había cogido peso, pero nada que ver con un tonel, es un malnacido. Luego oí ambulancias, sirenas, tampoco fue para tanto, perdía sangre, no sé por donde, ya sabes, cosas suyas, es muy frágil, bebe y no sabe lo que se dice, no lo soporto. Joe me dijo que me calmara, que me fuera a casa, que ya tenía bastante alcohol por esta noche, pero no podía quitarme a David de la cabeza, su voz melindrosa, su risita de coña, su tono de burla, el muy desgraciado, ni que llamara barril grasiento a mi mujercita difunta, a mi querida Meri, no se lo perdono.

¿Es usted, Ricardo? preguntó un uniformado que entró en el bar.

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