martes, 17 de junio de 2014

Relato 12

                             Fiesta                                                      

La música está alta, el bum-bum reiterativo, molesta, la noche se acerca, hay risas, bullicio, bailoteo, música de los ochenta. Unos jóvenes beben, hablan, gritan y disfrutan en un terrado cercano, ajenos a la escandalera que están montando. El vecindario con las espadas en alto, les echan miradas asesinas, pero nadie osa de momento decirles nada, todavía no son las once, la hora frontera para la guardia urbana, todavía queda un rato más de fiesta ajena.  
Una mujer mayor les mira por la ventana y menea la cabeza, le cuesta redactar una dedicatoria para el regalo de su nieta. Antes los guateques los hacíamos los sábados por la noche en la tienda de alguna amiga, musita en voz baja. 
Un hombre con camiseta imperio, que se está preparando una enorme tortilla de espárragos, sube el volumen del televisor para poder seguir el partido de fútbol y murmura palabras ininteligibles tal vez porque su equipo está perdiendo por 0-1. Desde su casa no puede verlos, pero sí oírlos.
 Una mujer sentada en un balancín amamanta a su hijo y se balancea frente la ventana donde la luna llena y unos rayos tenues iluminan su rostro. La música se desplaza por el aire y acompasa sus movimientos. 
Un muchacho sale de la ducha, se contempla desnudo ante el espejo y mueve sus caderas al ritmo de la música que viene de fuera. Una joven de treinta años se repinta los labios de rojo, se cuelga una gargantilla de plata y se alisa la falda de su vestido de flores. Son casi las nueve, hora de salir, hora de librarse de la juerga de los vecinos del ático. La música resuena por el patio interior elevando a tope el volumen. 
Hasta el niño sordo del cuarto segunda menea la cabeza siguiendo el ritmo. Su madre está reparando un enchufe y ha cortado la luz por seguridad y se ilumina con una linterna de ledes. La fiesta continúa a toda marcha, cada vez se vuelve más estridente. 
A punto de cumplirse las once, todo el vecindario están a punto para llamar a la autoridad. La señora de cabello blanco ya ha preparado el escrito y el regalo, el hombre soltero se ha comido la  tortilla y su equipo ha empatado, el bebé hambriento se remueve intranquilo en la cuna, el muchacho homosexual galopa en el sofá con los auriculares puestos, la joven sin novio cena al final en casa con una amiga. 
Todos pendientes de llamar, cuando la fiesta se acaba de golpe, apagón general, algo ha pasado en el cuarto segunda.

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