martes, 10 de noviembre de 2015

Relato 85


                              Frialdad                  A la memoria de Clarice Lispector


Siguieron fríos. De piedra. Sus labios después de que la besara. No entendí nada, nada, y, rabioso, me puse a llorar como el crío que era. Ella, silenciosa, me miraba, mansejona, y sus lágrimas a chorro me mojaban. Ni que fuera la estatua de una fuente cercana merecía yo una mayor atención. Se trataba de mi primer beso.

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