martes, 18 de octubre de 2016

Relato 134

                                         Rebanadas
       
         —¿Integral o blanco?
        —Tanto da con tal que no se rompan.
        —¿Oye, Lidia?, a ver, en este de integrales, de Siluetas, dice en letras de molde que no se rompen, claro que de la publicidad no puedes fiarte.
        —Pues de algo habrá que fiarse. Coge dos paquetes de esta marca. ¡Ah, Carlos!, coge también uno de azúcar de kilo y uno pequeño de maicena, y a ver si encuentras canela en rama. Me voy al pescado, que veo poca cola.
        —Vale. ¿Oye, qué vas a hacer crema?
        —Sí, claro, el domingo, para cuando vengan tus padres, que les encanta.
        —¡Ah, es verdad!, mis padres.
        —He pensado que si encuentro cuatro lenguados nos irá perfecto. Lo haré a la plancha y le pondré unos cuantos níscalos que seguro les gustará. De entrantes un aperitivo con vermú, un poco de ensalada mixta y comida resuelta.
        —Recuerda que a padre no le van las espinas.
        —Ya. La última vez comimos rape y con el lenguado sólo hay que tener cuidado con las espinas de los lados, la del medio es grande. Si hace falta, hasta se las puedo quitar. ¿Como lo ves, Carlos?
        —Vale. La última vez fue cuando hablaron de aquello, ¿verdad, Lidia?
        —Sí.
        —Ya me gustaría tener el valor que ellos demuestran.
        —Y a mí, Carlos, y a mí. Pero igual la edad influye. Yo creo que sí.
        —84 años, y van y nos dicen que han firmado un testamento vital ante notario. Da yuyo ¿verdad? Y que me han nombrado albacea. ¡Madre mía!
        —Sí, pero algún día nos lo tendremos que plantear también nosotros. Tu madre tiene mucha razón cuando dice que ella no quiere vivir si no puede ser ella misma. ¿Qué sentido tiene prolongar artificialmente una vida conectándola a una máquina? ¿Dónde está ahí la dignidad humana? ¿Has encontrado la canela?
        —Sí, pero no suelta, ahora la venden envasada en un frasquito que van unas cuatro o cinco ramitas. No sé, Lidia, si tuviera un accidente y me quedara en coma no estoy seguro de que quisiera que me desconectarais, soy todavía bastante joven, podría tener esperanza, pues la investigación del cerebro está avanzando mucho, no sé.   
        —Me imagino, Carlos, que vivir como un vegetal no es vivir como un ser humano. ¿Quién es la última? Ah usted, ¡gracias! Somos jóvenes pero hemos de planteárnoslo. Creo que hay que pensar en uno mismo y en los demás, pues si al que le ocurre el accidente se queda que no puede decidir, entonces, ¿quién decide por él? ¿Quién decide si vive o no? Quién habla con el médico y en qué se apoya. En cambio ahora, gracias a la antelación de tus padres, tú dispones de un documento firmado por ellos donde expresan libremente su voluntad de no querer seguir viviendo si ha de ser de modo artificial. Sólo se trata de eso, de saber quien les resuelve la tostada, de cuando se rompe o no.
        —Como en las rebanadas de pan,¿verdad, Lidia?, integrales o blancas.
        —Eso mismo, como en las rebanadas. ¡A mí!, me toca a mí, cuatro lenguados,  por favor, bien frescos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario