martes, 7 de marzo de 2017

Relato 154

                                    Piscis

Me llamo Carola Mielga Esteva aunque mamá me dice Carol y a veces se confunde y me llama Pilar. Nací el domingo veintinueve de febrero de 2004 a las siete y cuarto de la mañana en la clínica del Pilar de Barcelona; así que soy Piscis. Yo no me acuerdo pero mamá dice que todo fue normal, que pesé tres kilos trescientos, medí cuarenta y nueve centímetros y que superé con un diez el primer examen de mi vida, uno que llaman test de Apgar. Mamá dice que cuando nací tenía los mofletes rojos y la cara arrugadita, que ya era pelirroja y que mi piel era tan blanca y delicada como lo es ahora, y también dice que los ojos se me  quedaron azules cuando tenía unos tres meses y que comía mucho y que reían mucho conmigo. Ahora tengo la cara llena de pecas y estoy un poco gordita porque me gustan mucho los pastelitos de chocolate y de crema y por eso estoy en cama. Mamá, que está aquí conmigo, se llama Carola Esteva i Doménech y me dice que es arquitecta, pero que ahora no trabaja, que se ha tomado una cosa que llama excedencia para estar conmigo y que nació en Rubí, y que papi se llama Ricardo Mielga Pacheco, que es ingeniero industrial y tiene cuarenta y nueve años y trabaja como director en una fábrica de lámparas en Ripollet y también me dice que nació en un pueblo de Murcia, llamado Alcantarilla. Somos cinco hermanos, Ricard de veintiuno años, Marc de diecinueve, Biel de dieciséis, Lluc de catorce y yo de seis y casi nueve meses. También había una hermanita que se llamaba Pilar que nació el doce de octubre de 1999 en la clínica donde nací yo, en la del Pilar, pero mamá me cuenta que se fue al cielo al verano siguiente por una cosa que se llama muerte súbita. Papás se pusieron muy tristes porque era una niña y luego fueron a buscarme a mí. Vivo en la calle Mandri treinta en el segundo piso y tenemos una portera muy simpática que se llama Verónica que siempre me da un palote de chocolate. Dicen que soy una niña muy espabilada porque me gustan las matemáticas y hacer puzzles y porque me sé de memoria el número de teléfono de mamá, el 649 340 157. Tío Franc, que también está aquí conmigo, me dice que esto no hacía falta que lo pusiera, pero lo dejo porque no me gusta hacer borrones. Hace unos meses empecé a ir a una escuela inglesa de la Avenida Pearson llamada Mendel’s School. Papá dice que el inglés es tan importante como el castellano y más que el catalán. El catalán lo hablo con mamá —oi que sí, mama?—  y escribo y dibujo y hasta como con la mano izquierda igual que hace ella.  Quiero mucho a mamá, a veces la veo llorar y entonces la abrazo y le digo: Per què plores, mamà? Pero ella se seca las lágrimas y me dice que llora de alegría. Ya sé nadar, —nadas como un pez —me dice tío Franc —se nota que eres una Piscis—, y también sé ir en bicicleta y he montado un poco a caballo que me gusta mucho. Cuando sea mayor quiero ser domadora de caballos. También recibo en casa lecciones de piano de un maestro ciego a quien le gusta mucho la música clásica. Mamá siempre está escuchando lo mismo, una que llaman la inacabada de Schubert y a mí me cansa porque luego se sienta junto a la ventana de visillos y se queda mirando a la calle y empieza otra vez a llorar y llorar y yo otra vez tengo que ir a consolarla y más consolarla. Mido más de un metro, peso unos veintinueve kilos y me gusta llevar calcomanías pegadas en mi brazo derecho. Mi cabello es rizado y como he dicho antes pelirrojo y me cae hasta el hombro y mis ojos son grandes y azules y si ahora estuviera en casa pondría aquí mismo una fotografía para que me conocierais. Pero estoy en cama, malita, en una habitación verde de la segunda planta del hospital de la Fundación Carreras, en Collserola. Estoy escribiendo esto para mi tío Franc, que me lo ha pedido. Antes he visto por la tele a Bob esponja y a la vaca Connie, que es mi preferida. Pero ahora estoy un poco cansada y me duele la cabeza y ya no quiero escribir más. Esta tarde me han de hacer un trasplante de una cosa que se llama médula y mi tío estará conmigo en la operación. Mamá dice que él tiene lo que a mí me falta, pues no lo tiene ni ella ni papá, ni Ricard, ni Biel, ni Marc, ni Lluc, ni nadie más. También dice que debe ser porque soy Piscis que se me hace la sangre agua. Pero yo creo que es por los pastelillos de chocolate y crema.

Te quiero, tío Franc. Os quiero a todos.
 Carola Mielga Esteva: diecisiete de noviembre de 2010.     

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