René
Nació ciego con reminiscencias de luz.
A tientas entre sombras vivas y muertas,
confundía los grises de unos y otros.
Durante siglos anduvo enredado por la
espesa niebla de los sí mismos.
Sobre la cuerda en perpetuo equilibrio.
Creció inestable.
Con la práctica afinó la mirada, la
palabra, la distancia, la cercanía, empezó a vibrar en sintonía.
El nudo le asfixiaba la garganta y los
omoplatos. Ni pizca de aire.
En el silencio lejano, vio, oyó, saboreó
la plenitud de la nada.
La vio sin ojos, la oyó sin oídos, le habló
sin garganta, la saboreó sin lengua, sin luces, seguridades ni suelos.
Flotaba, flotaban. Hopalandas.
Al morir, nació con los ojos abiertos,
repicaban las campanas.
Murió despierta.
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