martes, 22 de mayo de 2018

Relato 217


                                    "Noche"

        —¿La primera vez?
        —Sí, ¿y tú?
        —No, llevo unas cuantas, como una docena.
        —¿En Montserrat?
        —Sí, siempre aquí. Es una montaña sagrada, un centro de poder de conexión entre alienígenas y humanos.
        —¿Y habéis visto algo?
        —Algunos sí y lo han fotografiado, pero yo no, hasta ahora.
        —Debe ser alucinante.
        —Sí, debe serlo.
        —Sois bastantes.
        —Sí, algunos vienen desde hace tres años.
        —¿Siempre en noches de luna nueva?
        —Salvo cuando llueve, que entonces no venimos.
        —Hace relente.
        —Sí, estira un poco la manta. ¿Tú crees en los ovnis?
        —Yo estoy aquí por mi primo, aquel larguirucho de allí.
        —Pero, ¿crees o no?
        —Creer, ¿ayudaría?
        —Claro.
        —Yo creo en la vida universal e inteligente, no podemos ser los únicos seres vivos del mundo. La noche me subyuga, me llena de temor, me asusta. Ha de haber algo más, vida extraterrestre. No podría soportar tanta soledad.
         —Ni yo. Igual somos todos extraterrestres. ¿Ves aquel de la barba?
        —Sí.
        —Es un pleyadiano. El que organiza toda esta movida. A él le dijeron telepáticamente: iremos a Monserrat en noches de luna nueva. 
        —Aquello que brilla tanto, ¿son las Pléyades?
        —No. Es el planeta Júpiter y el puntito rojo que tiene al lado es Marte.
        —Me parece que se mueven.
        —No, nos movemos nosotros con la tierra.
        —Es todo tan misterioso.
        —Sabes que hay puntos radiantes que vemos que ya no existen y puntos que aún no vemos pero que existen en algún sitio. Son mundos desconocidos.
        —Me fascina y me aterra la noche. Esta cúpula me empequeñece.
        —Sí, empequeñece. Nos creemos dueños del planeta y somos briznas de hierba de la montaña mágica.

        —¿Rumbo a...?
        —Montserrat. ¿Es la primera vez para ti?
        —Sí. ¿A qué vamos?
        —A reactivar la mutación genética de los humanos en su origen, actualizando los registros akásicos. Hay que ir y aparecer de vez en cuando igual que sucede con los milagros para que surtan efecto. Nos esperan. Los humanoides han perdido la trascendencia y el norte. Ir antes que se destruyan y acaben con las cuatro primeras dimensiones y nos quedemos solos y sin continuidad en este multiverso.
        —¿Como hizo Moisés?
        —No, ahora es distinto. Esa civilización ha alcanzado lo cuántico, aunque sigue ignorando su proyecto de vida global. Somos hermanos lejanos. Nos necesitamos. Todos somos hijos del mismo polvo estelar.
        —¿Cuál es exactamente nuestra misión en Montserrat?
        —Despertarles del sueño terráqueo. Allí hay de los nuestros. Avivaremos el programa de la reminiscencia cósmica con la poderosa palabra que corresponde a esta quinta raza raíz, la palabra que alienta el sentimiento de unidad sideral. Cada vez que la mencionen se les excitará automáticamente en el hipotálamo el recuerdo original de pertenencia a un organismo vivo, al Supraversal.
        —¿Y la palabra clave para este planeta es...?
        —"Noche".
        —En marcha, pues.                       

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