Rumor
Entre
las cañas del cañizal sopla un rumor antiguo que el viento transporta de un pueblo
a otro. (El río puede ser un buen medio para tal fin). Aletean las hojas
enhiestas, las secas, las tiernas, en alerta todo el cañamazo, el rumor
persiste, llega ceñido con la niebla, ni el sol del mediodía lo disipa. (La
niebla avanza por el río con las barcazas y se mantiene en las oquedades
umbrías).
Dicen que Juana Cochina se ha ido con el
infame infante Roberto de Cabras y Alejandría, que la ha preñado, que la preñó
una mañana de junio, cuando regaban en el cañaveral. Allí mismo, en la acequia
le bajó las bragas, te voy a enseñar una cosa, qué, respondió ella, te gustará.
La niebla cubrió los amantes, tiernos cañamieles, los engulló por completo. (La
espesura de las hileras del cañizar les protegía de las miradas indiscretas).
Huyeron
en agosto, cuando las cigarras se aparean en los troncos de los chopos y silba
el aire en el cañedo, los cañaríes cañeros, el rumor insistente, la niebla que
no cesa. (Incluir también ladridos, siempre hay canes sueltos en los pueblos).
El padre de la joven los persigue con una
escopeta de caza, dicen que lleva la cartuchera llena, que merodea por los
caminos como un carterista, que se aposta en los cruces, conoce lindes y
bosques, busca entre la niebla a los amantes, hasta donde la vista le alcanza.
(La distancia no puede superar los quince metros, la niebla es muy densa).
La madre llora sin pausa sentada en una silla
de cáñamo junto al botijo que también suda, como ella. Se apoya la cabeza entre
las manos y recibe el consuelo de sus comadres en reunión vecinal. Mira que
llevarse a la Juanita, con lo buena que era, qué desgracia la tuya, Mari, qué
deshonra, quien iba a pensarlo.
Su
única hija se ha fugado con un desgraciado, cómo no lo vio venir. (Se estruja
las meninges por el dolor que siente). Además, viste de negro como si ya su
niña se le hubiera muerto. En las afueras suenan disparos, ay mi niña, el rumor
fogoso los transporta por el aire. Ladran perros, una jauría, se les contagia
el histerismo, se oyen más disparos, repetidamente, carga rápido el jodido, la
caza ha empezado.
El río envuelto en dulce tul transmite por la
cañada nítidos cartuchazos sin fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario