martes, 18 de agosto de 2020

Relato 334


                               Bitácora

No me arrepiento de haberla seguido hasta el malecón del viejo puerto, ni de haber subido a este infame navío y camuflarme a sus ojos, ni de haber zarpado con ella, pero sin ella, sin saber a dónde iba ni a dónde me llevaba. Fui tras ella como prendido en un alfiler por su encanto y me dejé arrastrar dándome igual si era al cielo o al infierno, hipnotizado por su bello rostro, por su seductora figura, incluso por su indiferencia, lo hice por ella, lo juro.
        Me fui tras ella, pero sin ella, a este océano de locura, a este sube baja inexorable, y no me arrepiento ni ahora ni nunca aún en medio de la zozobra ni con esta mar extraviada, medio mareado, escribiendo a latigazos en este cuaderno de tinta acuosa, a punto de naufragar, dando tumbos por la cubierta de un cascarón que se hunde bajo la tormenta y yo con ella, pero sin ella.
        Los golpes de mar son cada vez más intensos, sobrevuelan la chalupa, destrozan la buzarda, saltan los batientes y las cimbras, ni las barcas salvavidas están disponibles, las maderas crujen como las meninges y me castañean los dientes. Me descubro temblando, temblando y escribiendo cuando una ola enorme revienta el puente y desarbola la mayor. Ni la almiranta ni nadie puede evitar el naufragio, el palo se derrumba a mi lado. Lo hice por ella, pero sin ella.
        ¿Dónde estás, amada mía? Te he perdido en el trueno de la noche y ni te veo ni te oigo. Un barrido de lluvia ha azotado la cubierta y la ha destrozado. En medio del derrumbe me ha parecido oír tu voz: ―Ayúdame ―has gritado.
        Creí que no existía para ti y me has nombrado, amada mía. Tu voz esquiva sigue resonando en mi interior, lo viene haciendo desde el fondo de los tiempos, te he reconocido, seguirte ha sido y es mi bitácora.
 Cuando todo se me derrumba tú me ayudas, nada soy sin ti, escritura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario