martes, 15 de junio de 2021

Relato 377

 

                                Existió

Crepitan palabras en el fuego de la memoria, chispean verbos, adjetivos y hasta tu nombre, amiga, para acabar consumidas, chamuscadas, convertidas en rescoldos calientes que se enfrían lentamente, simples cenizas del olvido que el viento esparce, levantan al aire en todas direcciones y desaparecen. Tanto da lo cerca que estuviste, tanto da la preñez de tu rostro alegre, lo mucho que te quise o me quisiste, tanto da todo, pues cuando el viento llega escampa las cenizas de lo que fue vivo y vivió y de lo que murió y está muerto.

 El viento se lo lleva todo, todos los te quieros que nos dijimos, todos los proyectos y esperanzas urdidos en secreto, todos nuestros anhelos, risas y deseos, tus cabellos sueltos, tu mirada chispeante, tu perfume de magnolia, todo, el viento se lo lleva todo, hasta la misma palabra amiga.

Ahora te recuerdo aquí, agonizando, en medio del desierto frente a este fuego fatuo que he prendido con este bolígrafo incendiario, sintiendo sangrar la zanja de mi pecho: no es que mientan los sueños es solamente que te sigo viendo despierta en mi insomnio. Veo contornear tus manos y tu figura como sombras vivas entre las llamas, desvelándome tu recuerdo. Escucho el canto de tu risa ahogada entre los trigales ociosos, fatigados de tanto deambulo de un lado para otro sin moverse del sitio. El viento los mece como acariciaba tus cabellos, este viento infame que arrastra con todo.

 Una llamarada enciende el brillo de mis ojos, la vida y la muerte imponen una senda indeseada, no hay consuelo para este presente, hermano, no hay consuelo. Y pensar que ella existió, que estuvimos paladeando los mismos bocados, respirando el mismo aire, y ahora sólo me queda el hueco de esta fogata amiga.

Cuando llegue el día que el viento extienda a cualquier parte también mis cenizas, quien se acordará de ti, quien, amiga, tendrá la caridad de ver crepitar el pasado en una hoguera, quien dirá aquí estuvieron unos que se amaron, unos eslabones anónimos de la cadena vital, sí, que existieron, pero quienes eran lo desconocemos.

Tal vez digan: ¿sintieron como sentimos nosotros?, ¿padecieron?, ¿soñaron? Tal vez se lo pregunten, tal vez no, pero sí podrán decir que alguien debió existir en un tiempo remoto, alguien desconocido, alguien capaz de transmitir el testigo a generaciones futuras, tal vez un biznieto de nuestro hijo o más allá no sepa nunca que en el pasado existió un hombre que lloró y se quitó la vida ante una hoguera por el recuerdo de su tatarabuela muerta.

                                          (Inspirado por el poema Existió de J.A.Doré.)

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