martes, 22 de junio de 2021

Relato 378

                                                   Vencejo

Descorro la cortina de la ventana y lo primero que veo son las casas de la ciudad semi-iluminadas por un sol naciente y en seguida los vencejos, centenares que pasan volando alegres, en volandas, por parejas. Aviones —decía él —en mi pueblo les llamamos aviones—.

 Ayer vi uno caído en el suelo de una terraza vecina, tenía dificultades para alzarse al vuelo, me acordé de él. ¿Por qué? —pregunté. —Porque tienen las alas muy largas como los aviones y necesitan un sitio elevado para lanzarse al vuelo, no pueden volar si no lo hacen así. —decía.

Efectivamente, el animal tiene unas alas larguísimas y no podía ni siquiera enderezarse del suelo, daba tumbos por encima de las rasillas, intentando ayudarse con lo que había por la terraza, las pocas macetas, una manguera, su pareja muerta y se desequilibraba continuamente, cayéndose de un lado a otro como si fuera una frágil barquita, y relucían el blanco de su barriguita y su desespero.

—Gracias a sus largas alas pueden pasarse días y días volando, meses, creo, incluso duermen, comen y copulan, mientras vuelan, pero los vencejos no pueden salir volando, sino es desde un punto alto. Es su punto débil, sus largas alas…—decía. —¡Y su punto fuerte…! —añadía, enfático.

La vivienda está deshabitada, así que pensé que nadie podría ayudarlo, que aquello podría convertirse en su tumba, en una especie de cementerio familiar. Estuve un rato mirándolo, sufría por él, buscaba estrategias para situarse en la barandilla, agitando velozmente las alas con ayuda del zócalo de las esquinas o auparse en un esfuerzo titánico entre dos tiestos contiguos, incluso lanzarse a la carrera por el enrasillado, pero la terraza no es larga y se daba contra la pared de frente sin que consiguiera alzarse ni un centímetro del suelo. “¿Y si avisara a los bomberos?”. Incomprensiblemente, lo descarté.

—Son los ángeles del cielo y los inútiles del suelo… —añadía, sonriendo.

No se rindió nunca hasta caer exhausto junto a su compañera de vuelo, en la trampa mortal de la terraza del tercero.

Esta mañana he sabido que también él murió ayer en un accidente de aviación junto a su esposa Elisa. A tu memoria, Alfonso.                          

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