martes, 26 de octubre de 2021

Relato 396

 

                        Vértigo

 

Me asusta el vértigo que produce el paso del tiempo y el quedarme sin testigos de los hechos que viví en mi infancia o en la adolescencia o en mi juventud incluso. A quién preguntaré si no queda nadie a quién preguntar, a quién podré consultar aquel dato incierto si ya no queda nadie vivo con el que lo compartí. El hacerse mayor también implica este aspecto, el de quedarse sin compañeros de viaje, sin su memoria amiga.

Sin testigos, podría también recrearme inventando un pasado distinto del que en realidad fue. Nadie podría refutármelo, salvo mi conciencia, mientras exista. Probablemente esta variación a nadie le importaría un bledo… 

Cuando deje de recordar o escribir sobre el pasado, dejará de ser algo vivo para convertirse en un lastre desconocido que pesa en las entrañas, en una especie de agujero negro que uno lleva dentro sin saber que en verdad eso que guarda y le pesa tanto, le ocurrió a él en un tiempo pasado. En algo que forjó su carácter, su personalidad y también su estilo de vida y muerte. En algo olvidado por completo que fue esencial en su vida, convertido ahora en un agujero desconocido e inmortal.

Tal vez la vida sea también un ir olvidándola a gajos mientras la andas, recuerdas o escribes, tanto si quieres como si no, yendo incluso en contra de la persistencia del Ser.

Eso es, por cierto, lo que viene sucediendo a la Humanidad, generación tras generación, repitiéndose continuamente en una espiral evolutiva distinta. El tiempo engulle toda experiencia vital en la gran panza universal del olvido, dejando escasa presencia de los que un día vivieron, rieron y padecieron.

Sin embargo, la actualidad es arrolladora y se impone paso a paso, vértigo tras vértigo, día a día… sin que nada ni nadie la detenga.

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