Ausente
A veces sucede, escasas veces, pero sucede. Sucede que
estás ausente. De estar siempre contigo paso de repente a estar solo, sólo con
tu ausencia.
Y entonces siento miedo, siento la
soledad como única compañera y te añoro, amiga, te añoro. Y aún más cuando descubro
en la distancia cuanto te quiero, cuanto me llena tu presencia y cuan vacío me
deja tu ausencia.
Me avergüenza, entonces, reconocer lo
mucho que dependo de ti, que te lo debo todo, que no soy nada si tú no estás, y
este sentimiento de vacío me aterroriza. Cuando te alejas me quedo desnudo, no
sé qué hacer, dónde esconderme, tirito de frío y me dan escalofríos. Es mucho, mucho el tiempo que llevamos tú y
yo juntos.
Me doy cuenta que eres el nervio de mi
vida, tuyas son mi actividad, mis ideas y hasta mi propia identidad. Se me entrecorta la respiración, se me enervan
los dedos y el horror me aprisiona cuando me asomo al borde del precipicio
oscuro y profundo de la vacuidad. Palidezco, tiemblo, me castañean los dientes,
intento mantenerme firme. Es un umbral extraño, que no oso ni mirar, regresa
pronto, te lo pido de rodillas, te lo imploro y lloro, no me dejes sólo con mi
soledad.
Floto en la inmensidad, me dejo llevar, anhelo
calma, siento el vértigo del agujero negro que me absorbe con una energía
poderosa y desconocida, algo se rompe, se fracturan quinientos huesos y
millones de ideas, se disocia la carne de la sangre y también las palabras carne
y sangre y algo flotante se extravía por el universo inmenso de la nada,
unos segundos de congoja, sin apoyos ni firmeza, sin seguridad a merced del
incierto destino y entonces ¡ah!, entonces sucede, de nuevo sucede que me
asusto, no me atrevo y me aferro sudando, jadeando a un saliente, casi me muero
engullido por el gran dragón energético.
Y en seguida aparecen las primeras
palabras, unas de desesperadas: por favor, amiga, retorna, te necesito, esto no
me parece vivir, sin ti estoy muerto, casi ni me siento, ni respirar el aire puedo,
que me asfixio, amor, vuelve pronto, que me muero.
A veces sucede, sólo cuando estás
ausente, que la soledad casi me aniquila. Por eso te digo una vez más, amiga,
que te quiero, que sin ti sólo soy nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario