martes, 9 de septiembre de 2014

Relato 24

                                        Simiente

Me llamo Lucrecia y tengo seis años. Papis dicen que soy una niña de la actual generación índigo, pero yo sólo sé que eso es un color. También que soy muy lista y que me intereso por todo y por todos desde muy pequeña y me hace gracia cuando lo dicen. Es cierto que me gusta jugar, bailar, saber de las noticias del mundo (siempre les estoy preguntando, ya no encienden la tele)  y organizar fiestas y sobretodo estar por medio, pero esto es normal para mí, papis dicen que voy de líder, pero yo no sé qué es esto. 
    Me lo paso bien cuando mis amigos se lo pasan bien y cuando veo alguno que está triste, me acerco y trato de consolarlo, escucharlo y hacerle reír. Eso me hace feliz. Hago lo mismo con personas que no conozco, incluso mayores de la calle, mami me regaña, pero a mí me sale así. Un amigo de papi dice que soy una niña muy empática, pero yo me río, no sé qué significa. En casa manda mami, aunque papi es el que grita y en otras casas ocurre parecido. 
     En la escuela me lo paso de rechupete, aprendo rápido, me basta leer una página para memorizarla, lo hago para salir pronto a jugar al patio. Tengo muchas ganas de volver a la escuela, los deberes de verano los rellené en día y medio y, aunque me he divertido mucho pasando unos semanas por las montañas de Cantabria, añoro a mis amigos y amigas de clase. 
    Una cosa les quiero decir: no soporto las mentiras ¿Por qué los mayores nos han de mentir? Somos pequeños pero no tontos. A los tres años ya le dije a mami que eso de que los troncos cagaran regalos por Navidad no me lo creía y que me extrañaba mucho que otras niñas se lo creyeran ¡Es absurdo! Luego a los cinco le dije: Mami, ¿quienes son lo reyes magos, dime la verdad? Ella no quería decirme nada, pero yo insistí, mami por favor, dime la verdad, quiero saberlo, y entonces se puso triste y me explicó que hacía muchos años habían existido unos reyes magos pero que ahora no, que ahora eran los papis y los tíos y tías quienes daban los regalos en nombre de aquellos reyes magos. 
    Y ahora les pido un hermanito y me dicen que no y cuando les digo qué puedo hacer yo, me contestan que nada. Mami ―le pregunto―, ¿de dónde vienen los hermanitos? Mami no quiere decirme nada, pero yo insisto y al cabo de un rato y un poco nerviosa me dice que de la simiente del pene de papá que la pone dentro de la vulva (yo ya sabía qué es la vulva y el pene, como mis amigas), pero que ahora no era momento de tener un hermanito por asuntos económicos. Pobre papi, pensé en ese momento y me entristecí, ¿y  no puede aprovecharse su simiente para otros hermanitos? ―le dije a mami, quien se medio enfadó, aunque sigo sin saber porqué. 
     Quiero mucho a mis papis porque no me dicen mentiras. Y por eso les mando a Uds., a la revista Padres, hoy esta carta para que la publiquen y para decir a todos los papis del mundo que por favor no mintáis a vuestros hijos, que ellos confían en vosotros, no les decepcionéis, que los peques queremos conocer la verdad de las cosas del mundo de nuestros papis, no por otros medios, y merecemos su respeto y verdad, pues si ellos nos engañan, ¿en quién vamos a confiar? A mí me gusta así, con papis verdaderos, yo nunca engañaré a mis hijos, palabra de honor. Muchas gracias.

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