martes, 5 de mayo de 2015

Relato 58

                                 Tocamientos

        ―Quiero confesarme, padre.
        ―Pasa, hijo, adelante.
        ―Estoy en pecado mortal, padre.
        ―Has vuelto a desobedecer a tu madre, Andresillo.
        ―Peor, padre, mucho peor.
        ―Cuéntame, hijo.
        ―Es que me da vergüenza, padre.
        ―Ésta es la casa de Dios, hijo, no tengas miedo, anda Andresillo, que no tengo todo el día.
        ―He tenido tocamientos, padre.
        ―¿Tocamientos?
        ―Sí, padre, esta mañana en la ducha.
        ―¿Cómo ha sido, hijo?
        ―Me estaba enjabonando y de repente aquello ha empezado a crecer.
        ―¿Aquello?
        ―Sí, padre, el pene.
        ―Pero, ¿ha habido intención de tocar?
        ―No, padre, al pasar el jabón por encima he frotado y aquello se ha puesto grande.
        ―¿Grande?
        ―Sí, padre, grande, no me había pasado nunca, me he asustado, como un palmo, padre, me llegaba al ombligo.
        ―Ya veo, continua.
        ―Luego ha salido un líquido viscoso, blanquecino, ¿es malo, padre?
        ―No, es normal, hijo, estás en la pubertad ¿qué tienes, catorce años?
        ―No, padre, acabo de cumplir los trece.
        ―No te avergüences, Andresillo, significa que te estás haciendo un hombre. Lo que has tenido es una emisión seminal espontánea, lo importante es que no has tenido intención de masturbarte, hijo, que eso sí es pecado.
        ―Y luego he tenido una sensación de mucho sosiego, padre.
        ―Es la descarga física y emocional, hijo, completamente normal.
        ―Y luego se ha vuelto a quedar pequeña, padre.
        ―Normalísimo, hijo, no te preocupes, te estás haciendo mayor.
        ―Una cosa, padre.
        ―¿Qué?
        ―Se me está poniendo gorda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario