Tetuda
Ni escarabajo ni
magdalenas, mujer con dos buenas tetas ―sentencia Manolo dando un puñetazo en
la mesa del cafetucho donde está sentado medio borracho. Los de la barra se
giran, les miran, menean la cabeza y siguen con los suyo. Adela, la pelandusca,
le contesta que afloje la mosca si quiere llevársela al catre y que se decida
pronto que hay cola. Manolo se ríe, se burla, ¿quién irá con una golfa gorda y
vieja como tú? ―exclama entre voces y risas, quién será el valiente, querida?
Adela le fustiga con la mirada, se levanta, jodido escritor frustrado ―murmura,
se va a la barra. Arrellana su culo gordo en el taburete, se afloja el pelo oxigenado,
mira de soslayo a un tipo con coleta que se apoya en una mesa oscura de la
esquina, le hace una señal chulesca. Vuelve a esponjarse el cabello, pide una
cola, juega con el anillo que tiene en la mano, se lo saca y mete en el dedo,
sonríe al hombre que tiene al lado. Adela, ven aquí, tetuda, siéntate conmigo,
que te voy a contar una historieta que te va a gustar ―grita un Manolo,
pendenciero, impertinente, alcoholizado, impotente, trasnochado y viejo. Al
cabo de diez minutos está sentado por arte de birlibirloque sobre los adoquines de la calle con un par de
buenos moratones en la cara, hablando, riendo solo, mordisqueando una
magdalena, jugando con un escarabajo negro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario