martes, 5 de enero de 2016

Relato 93

                                        Carta   

             Queridos reyes magos:
         Vuestra magia es una caca. Aún estoy esperando la bici de cuatro cohetes a propulsión que os pedí el año pasado y también la pelota del mundo con los países que no están en guerra. ¿Cómo voy a poder verlos sin cohetes en la bici y sin saber a dónde ir? Dice la seño que a un piloto francés de nombre raro, San no sé, le gusta tanto viajar que se ha quedado viviendo en el espacio dando vueltas alrededor de la bola del mundo como un astronauta. Y  que ve todos los mares de la tierra igual a grandes bañeras y que cambian de azules a verdes y de más colores a pardos y  hay barcos de pesca con redes y otros muy grandes con arpones para ballenas y unos largos y aplanados que llevan petróleo y otros con turistas y piscinas, que parecen casas flotantes de lujo y unos que llevan cañones y soldados y hasta aviones pequeños, que son grises y muy feos y la seño dice que los sigue de muy lejos por si acaso no le fueran a disparar y que no puede hacerles fotos porque no tiene móvil, pero yo sí y podría dejárselo, si tuviera mi bici a chorro, que ya os la pedí el año pasado y vosotros, reyes magos, que andáis muy revueltos por Oriente, no me hacéis ni caso.
         También ve todos los bosques de la tierra, ahora menos que cuando él nació, dice la seño, por la intensa deforestación y que cambian de verdes claros a oscuros, muchos verdes diferentes y árboles enormes en la selva con algunos animales como el chimpancé, el mono saltarín, el orangután, que se parece a la seño, y está a punto de extinguirse, los rinocerontes, las gacelas, ¡ah! y los elefantes que hay de dos tipos, unos de África y otros de Asia y según la seño entre ellos no se conocen. Y los ríos que desembocan en  mares muy grandes y que parecen serpientes meneándose por el campo como lagartijas y también a las manos de la seño, muy arrugadas, aunque eso no lo dice ella. Y  los puntos blancos en el campo que son casitas y las grandes ciudades con sus edificios altos y rascacielos y torres con antenas que le dan miedo dice la seño como a mí las agujas en el culete, y los coches y los autobuses y la contaminación y las escuelas, las plazas y la gente corriendo o paseando con sus perros y sus gatos en los parques o jugando en el estanque con sus barquitos de vela.
         Los columpios no puede verlos porque él está muy lejos, muy arriba, casi al cielo y no lleva prismáticos, dice la seño. También que no pasa por encima de los países que están en guerra porque podrían lanzarle una bomba aérea o nuclear o algo así. Yo también quiero una bola donde estén los países que no están enfadados y volar con mi amigo, el navegante espacial, y verlos desde encima y sin peligro. ¡Eso ha de ser tan divertido! Y yo quiero hacer lo mismo, y necesito la bici a propulsión. A veces, en el patio, levanto los ojos para ver si lo veo pasar, pero debe ir a mucha velocidad con sus cohetes a chorro, el sol me deslumbra y no lo veo nunca. Por la noche no vuela porque no tiene linterna ni móvil.
         Le pregunto a la seño por qué se matan los mayores y se nos mima tanto a los peques como nosotros y ella no sabe porque existen las guerras ni los países en guerra ni las armas de guerra, dice que cada vez hay más y de más complicadas que ni ella las entiende y eso me extraña y que es antibélica o algo así y que en Oriente, vosotros, los reyes magos, las guerras no las habéis podido parar nunca. Y eso también me extraña. No sé qué clase de magia tenéis, pero yo creo que es una caca. Ahora ya no estoy seguro de si voy a querer la bici de cuatro cohetes a propulsión o no, ni la bola del mundo de los países en paz, o no. Creo que me voy a esperar a ser algo mayor y a que paréis las guerras con una magia de verdad, no sea caso que me maten los armados o me maree con tanto dar vueltas al mundo. Mejor este año os voy a pedir el libro de mi amigo, el cosmonauta, que la seño dice que se llama El pequeño príncipe, como yo, añade siempre riéndose. Y no sé por qué.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario