martes, 1 de agosto de 2017

Relato 175

                                         Barco

Vivo en un barco pirata amarrado en el puerto de Barcelona. Vivo solo. Mi mujer me dice: vuelve a casa, Salva, eso de vivir amarrado en un barco de vela es una contradicción, pero a mí me la suda lo que ella opine, lo que opine mi ex familia. Que cada palo aguante su vela. Yo ya he hecho lo mío, he criado tres hijos, cuidado a mis padres y tías hasta su muerte, he mantenido una esposa ociosa y antinatural que siempre está con potingues y pensando sólo en no envejecer. Eso sí que es una fragante contradicción. Como estibador he vivido de la mar, la mar me lo ha dado todo, me lo ha quitado todo, la mar es mi espacio de libertad y he tocado fondo. Mi mujer dice que huyo de la vida, que me pesa la gravedad, me importa un comino, pero es cierto que huyo de la mediocridad de los terrícolas. La aborrezco. Los barcos y los piratas estamos preparados para volar y no para malvivir en tierra firme. Y ahora con sesenta y cuatro años me toca cuidarme a mí, ¡qué caray! ¿Quién lo va a hacer si no lo hago yo? Voy a soltar amarras. Estoy harto de las complicaciones que se inventan los de tierra adentro,  harto de sus tinglados y prejuicios, hasta los cataplines. Ya me los han tocado bastante. Todo ha de ser mucho más fácil, vivir ha de ser más divertido, más salado. Nos han carcomido el cerebro con historias falsas, con reglamentos y normas, con religiones, nos han anclado al fondo del cieno con cadenas oxidadas. ¡Harto! De súbditos al foso y entre medio cumple con las obligaciones impuestas. Tú eres un ácrata, un antisocial, un libertario, me recrimina mi mujer. Seguramente. En lo que veo claro, no burbujeo. Han secuestrado mi vida, la vida de todos los piratas. Nos han vendido humo. Eso es lo que veo. Vivir y disfrutar son la misma cosa, ¿en qué momento nos han engañado? ¡Vivir es gratis y cada cual tiene derecho a elegir cómo hacerlo! Cualquier día me lanzo a la mar, fondearé en el océano Pacífico alejado del bullicio y de los obstáculos, será mi isla, mi barco pirata, la isla del Salvador, la isla de la libertad donde cada cual haga lo que le salga de los cojones sin tener que rendir cuentas ni siquiera a uno mismo. Sin dioses, sin ataduras ni amarres, en contacto con la naturaleza salvaje, libre. Cualquier día, por ejemplo, hoy. ¡Qué carajo!

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