martes, 27 de marzo de 2018

Relato 209


                                    Cazador
       
       El pájaro ha sido cazado en una gasolinera mientras bebía agua y la lluvia ha calado sus alas y la de sus compatriotas. Sudamos lágrimas.
       Volar alto, volar bajo, qué importa mientras vueles libres.
       No te aflijas, amiga, esto no ha hecho más que continuar.
      El sol sale a cazar esta mañana gris y saldrá mañana. De hecho no sale nunca, ni a cazar. Sabes: es la noticia falsa más antigua.
     La losa cayó encima del gorrión, iba a por agua de un pocillo trampa, quedó chafado, muerto, nos dio lástima asarlo. Entre lágrimas lo enterramos en la fuente que mana agua viva. Beberá siempre que quiera. Ya no lloramos.
       Tensan alegres el nudo corredizo de la soga de algodón sin darse cuenta que están preparando su propia horca. A eso se le llama cazador cazado.
      En la terraza del vecino hay una flecha amarilla que señala el camino a Santiago para que nadie se desanime con los guijarros, celadas y lascas.
      Las redes para cazar pájaros están prohibidas en el campo, pero siguen utilizándose cerca de los aeropuertos y autopistas para seguridad de las aves.  
       Cayó en una ratonera con el queso emponzoñado, nadie se lo explica, ni el torpe cazador. Luchan los gatos entre sí para comerse el ratón envenenado. ¿Quién será el primero? ¿Habrá segundo? La competencia es feroz y desleal.
        La pieza mayor ha caído en el macuto, demasiado peso para una enana.
     La tórtola las estimula y los primeros vuelos de las crías son cortos e inseguros, las ramas les sujetan, no se alejan del nido, hasta que una mañana se van. Amar es dejar ir, volar, el instinto supera a la autoridad.
     Suena una música embaucadora por los noticiarios de la pastelería del sótano primera. Los cazadores trabajan a destajo para tener cada mañana los escaparates a gusto de quienes les pagan el sustento. No fueran a enfadarse y retiraran las subvenciones.
        Llanea el vuelo del buitre, vislumbra carroña, son de su especie. A nadie le amarga un dulce.
        Por encima de las copas de los árboles el celeste del mar y bandadas de aviones de papel amarillo, donde los cazadores no llegan con sus arpones de cristal. Aterrizaran.

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