martes, 31 de marzo de 2020

Relato 314


                                   Espera

Se arremolinan gotitas de lluvia como estornudos en el cristal exterior de la ventana. La niebla no es espesa todavía, se distinguen bien los edificios con sus balcones, terrazas y miedos, la montaña desierta recortada en el horizonte, y el oscuro verdor de la distante pineda. Algunas nubes grises de poco gramaje se deslizan rápidas e infinitas tonalidades del gris igualan la ciudad. La lluvia es fina, continua, incierta, sin truenos ni rayos, sin los ruidos habituales de la calle, hoy inexistentes. El tiempo transcurre lento mientras se espera que la lluvia pase, confinados en casa, tras las ventanas.
Cuando la lluvia estornuda, sus gotitas levantan polvo en las aceras y la humedad penetra como la sospecha por nuestras mucosas y entre los huesos, calando el cuerpo sin necesidad de empaparlo. Se filtran en el organismo como hacen los virus, con traición y alevosía, disponiendo de nosotros como si fuéramos peleles a su servicio. La lluvia no cesa de atemorizarnos detrás de las ventanas y la espera continua. Esperamos que la espera pase.
 Estamos en primavera, donde el frío y el calor se equilibran, los herrerillos colonizan nidos por doquier y las ciudades se llenarían de colores si no fuera porque, recluidos tras los cristales de nuestras casas, esperamos. Relucen tejadillos de zinc, cubiertas impermeabilizadas de rojo y sombreretes de chimeneas. Multitud de ojos, multitudes, a salvo de la lluvia, parapetados de los contagios, evitando el contacto cercano, esperan tras los cristales. Esperan que la espera no se haga interminable y  que sus ojos no se llenen de lágrimas.
 Unos pocos transeúntes, cargados con carritos de la compra algunos y otros con bolsas de supermercado, se arriesgan a que la fina lluvia les alcance. Lo saben, no pueden evitar saltarse el confinamiento, habrá un momento en que ninguno de nosotros podrá evitarlo. Un silencio tenso se ha apoderado de la ciudad, silencio y  miedo. Una vecina ha puesto unos cubos en el balcón para recoger el agua de lluvia, suele hacerlo cada vez que llueve, están a rebosar. Asoma la cabeza, lleva mascarilla, se le moja el pelo y regresa adentro.
La espera, como la lluvia, continúa.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario