Falsificación
Indago
con la mirada las caras de los transeúntes, entre ellas estás tú, padre. Por la
calle Pelayo vienes cabizbajo como siempre, con tu uniforme de trabajo,
pantalones anchos, corbata y camisa a cuadros verdes y amarillos, chaqueta
raída, sombrero de paja, zapatones de payaso y tu carpeta de calcomanías. La
nariz roja la llevas en el bolsillo derecho de la chaqueta, el más desbocado, te
asoma la gomita.
No te has fijado en mí, tu niño te importaba
poco. Bastante tenías con traer dinero a casa y hacer reír a los niños de otras
fiestas de cumpleaños. No recuerdo lo hicieras conmigo, quizá de muy pequeño,
luego apenas jugábamos. Luego, apenas nada. No tolerabas mi zurdera. Un castigo
de Dios, decías. Creías que lo hacía adrede para molestarte. “Quítate de
delante, me haces daño a la vista, no harás nunca nada en la vida.” Me
esforzaba, aprendí a escribir con la otra mano, me obligaste, mamá no quería,
discutíais, hasta le alzabas la mano. Un zurdo contrariado, hoy no sería seguramente
admisible.
Durante mucho tiempo pensé que mi segundo
nombre de pila era el de idiota. Mientras merendaba pan con aceite y azúcar te
veía ensayar los trucos con mi hermana y yo reía y me manchaba la bata con
aceite y tú me reñías y yo lloraba. ¡Falso payaso! Pensabas que era demasiado
idiota para entender tus bromas, pero no era cierto, me hubiera gustado estar
en el lugar de Elsa. Hacer de Pierrot. Que me pintaras la cara de indio Sioux,
dar vueltas a la mesa detrás de ti y que me pusieras plumas en el cabello. Y
acompañarte al circo Félix cuando ibas con mamá y poder montar a caballo.
Arrastras
un carrito de la compra con tus disfraces, el carrito que mamá usaba cuando iba
al mercado. Asoma un banderín catalán con el que despedías las funciones,
mientras repartías caramelos Tutti fruti. Aún éramos una familia. Narizotas, te
decía ella. Tenía toda la razón, tienes una buena napia. Con la bebida se te
ponía más roja que la nariz roja que llevas en el bolsillo derecho. La misma
nariz roja que llevo ahora en el bolsillo izquierdo de la chaqueta. La misma
nariz falsa.
Se llena la calle de gente ruidosa que va
tropezando, móviles en mano, todo se acelera, te he perdido de vista, sé que
estás por ahí, cerca, en mi puño, encerrado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario