Relato 37
Bebedor
Estoy
jodido Raúl, bien jodido. No encuentro nada. A mi edad no es fácil. Se
jubilaron y nos jodieron. Cerraron. A la calle sin indemnización y con una
porquería de paro que ya se me acaba. No sé qué hacer; no sé a dónde más
acudir. Tú aún tuviste suerte y encontraste empleo, pero yo estoy mal, muy mal.
La vida es una putada: cuando trabajas, bien, cuando no, a la mierda contigo. Así
es el sistema capitalista. Te pasas la vida sacrificándote por los tuyos y
luego no te queda nada ni nadie. Casa es un infierno, con la luz cortada, un
glaciar. Suerte que está pagada, sino nos echarían. Mi mujer me mira con ojitos
de pena cada vez que me ve. Como si eso me ayudara. A mí se me revuelve el
estómago cuando les veo en el comedor social. Sólo te quieren para trabajar y
llevar dinero a casa. Se ha vuelto muy egoísta, ella a sus hijos, y a mí que me
jodan. El mayor me odia. El otro día me faltó al respeto: me dijo
que era un alcohólico. No le culpo, qué sabe él de la vida. Tampoco me importa.
Es el preferido de su madre. A ella sólo le interesa mantener las apariencias y
protegerlos. Se pasa el día quejándose por todo. Me desespera. Yo callo, bebo y
dejo hacer. No hay remedio, sin trabajo, no veo solución. Hace tres meses que empecé a beber, Raúl. Cada vez bebo más y más. Vino tinto, me pirra, lo odio, me
aborrezco. Está arruinando mi vida, pero no sé parar o no quiero o no puedo. Me
ayuda a olvidar cosas, a olvidar que soy un fracasado que vive en un callejón
ciego y que no importo a nadie. Voy arrastrándome solo con todo ello y hecho
una piltrafa, Raúl, no sé qué va a ser de mí, de nosotros, sin ti, si tú también me dejas. No le veo salida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario