miércoles, 31 de diciembre de 2014

Relato 40

                                                2015

Es tan viejo y sabio que nadie sabe con certeza la edad que tiene, nadie ha vivido lo suficiente para llevar la cuenta. Ni el propio andrógino lo comenta ni lo sabe con seguridad, se ha dejado llevar por los siglos, ha galopado detrás de las estrellas infinidad de veces y se ha fusionado con todos los soles y seres vivos existentes hasta fundirse y difuminarse en ellos. Es tan viejo, sabio y famoso que lo mencionan todos los libros sagrados del planeta habidos y por haber, aunque con diferentes nombres y nadie, absolutamente nadie se atreve a hacer nada sin su autorización. Le llaman genéricamente el eterno pues lleva con la humanidad sufriente y moliente no menos de 2014 años, tutelándola, cuidándola como se cuida a un bebé recién nacido, incapaz de valerse por sí mismo. 
       Sin embargo, y ésta es la novedad, esta noche termina su largo viaje, su fantástico viaje cíclico, con las doce campanadas termina su presencia en el mundo, con el año 2015 el eterno desaparece de la faz del mundo para cumplir con una antiguo designio, con su destino. También él es un servidor de la totalidad. También él viene predeterminado desde que un día emergió para el universo humano, desde que estableció el pacto sagrado con toda la jerarquía, el de cerrar el ciclo de veladura de la humanidad con el nuevo año, esta noche. El eterno desaparecerá esta noche, está programado desde hace eones, su trabajo se ha llevado a cabo con éxito, se ha consumado el propósito inicial, ni una torcedura en la línea del gran libro de las acciones humanas, nada ha sido en vano, por extraño que sea, todo dirigido para levantar del suelo a un bebé indefenso, nada se ha extraviado ni perdido en la evolución humana, todo ha sido reciclado por los siglos de los siglos. 
     Han pasado generaciones y el eterno ha envejecido, su barba blanca, larguísima y sus ojos azules y marrones resaltan en la noche estrellada. Sube al tren que le lleva al final, está sereno, seguro, ha cumplido con su encargo especial, por la ventanilla ve pasar la historia humana, la interminable lista de atrocidades y barbaries que la humanidad ha realizado en su nombre, también los grandes avances científicos, sociales y espirituales, ve pasar una tras otra todas las miserias y grandezas humanas, y ve que sigue ahí, la humanidad, avanzando, persistente, contra viento y marea, superando obstáculos que como bien sabe el eterno no son más que alimento sagrado y sutil para fortalecer a un bebé que le toca ya ponerse de pie y andar por sí solo, que no necesita más a los dioses. 
      El eterno ha estado siempre ahí, custodiando, pero ahora su presencia se ha vuelto innecesaria, llega a la estación término, va ligero de equipaje, desciende por la escalerillas, parsimonioso, le esperan sus ancestros, un reencuentro largamente esperado, se abrazan y se funden en una nube gaseosa, amorosa, que se eleva más allá de las campanadas de esta noche, más allá de las estrellas y se alejan gozosos, se les oye reír, resuenan carcajadas desde la música de las esferas. El eterno se ha esfumado con el nuevo año 2015, la humanidad ha crecido, se afirma mayor, puede ir sola por sus raíles y no se siente huérfana, ¡felicidades!      

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